EL FÓSFORO Y LA VELA
.-El fósforo le dijo a la vela: Hoy te encenderé.
_ ¡Oh no!, dijo la vela. Tú no te das cuenta… pero si me enciendes, mis días estarán contados!...
_Entonces tú quieres permanecer así toda tu vida? Dura, fría y sin haber brillado nunca?, - preguntó el fósforo.
_Y no… pero tienes que encenderme! Y eso duele - Murmuró la vela.
Entonces, respondió el fósforo:
_ Tienes toda la razón! pero esa es nuestra misión. Tú y yo fuimos hechos para ser luz y lo que yo, como fósforo puedo hacer, es muy poco, mi llama es pequeña y corta; pero si te paso mi llama, cumpliré con el sentido de mi vida. Yo fui hecho justamente para eso. Para comenzar el fuego. Ahora, tú eres una vela y tu misión es brillar. Todo tu dolor y energía se transformarán en luz y calor por un buen tiempo, e iluminarás la vida de otros.
Escuchando eso, la vela se estremeció, miró al fósforo -que ya estaba en el final de su llama- y le dijo:
_ Tienes razón, es mi misión y nací para esto. Necesito ser valiente y vencer mis miedos. ¡Por favor, enciéndeme! Y en ese instante se produjo una extraordinaria llama… y la vela brilló como nadie lo había hecho, iluminando a todo su alrededor.
Hasta aquí la fábula, y alguien concluye: Así como la vela, a veces es necesario pasar por experiencias duras, experimentar el dolor y sufrimiento para que lo mejor que tenemos surja, sea compartido y podamos ser luz. Entonces, si tuvieras que pasar por la experiencia de la vela, recuerda que servir y compartir el amor es el combustible que nos mantiene vivos. Nunca olvides que siempre debemos ser luz. Una luz que guíe, no que deslumbre o ciegue.
Seamos luz para nuestros seres queridos, y para quienes encontremos en nuestros caminos.
A todos nos pasa que lo urgente no nos permite ocuparnos en lo importante, y solemos llenar nuestros vacíos con asuntos que huelen a felicidad o a responsabilidad, pero que al reflexionar nos dejan insatisfechos. Y pasan los días y los años y se nos puede ir la vida con miedo a consumirnos sin saber que para eso vivimos.