ANTHONY DE MELLO
Un hombre que se sentía orgullosísimo del césped de su jardín se encontró un buen día con que en dicho césped crecía una gran cantidad de "dientes de león". Y aunque trató por todos los medios de librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga.
Al fin escribió al ministerio de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho, y concluía preguntando: "¿Qué puedo hacer?".
Al poco tiempo llegó la respuesta: "Le sugerimos que aprenda a amarlos".
También yo tenía un césped del que estaba muy orgulloso, y también sufrí una plaga de "dientes de león" que traté de combatir con todos los medios a mi alcance. De modo que el aprender a amarlos no fue nada fácil.
Comencé por hablarles todos los días cordial y amistosamente. Pero ellos sólo respondían con su hosco silencio. Aún les dolía la batalla que había librado contra ellos. Probablemente recelaban de mis motivos.
Pero no tuve que aguardar mucho tiempo a que volvieran a sonreír y a recuperar su sosiego. Incluso respondían ya a lo que yo les decía. Pronto fuimos amigos.
Por supuesto que mi césped quedó arruinado, pero ¡qué delicioso se hizo mi jardín!