EN EL NOMBRE DEL PADRE, EN EL DIA DEL PADRE
En el nombre del mío y el de todos los hombres que son padres, han sido o lo serán. Padres biológicos, padres adoptivos, padres sustitutorios…todos aquellos hombres que ejercen de padres amorosos, cuidadosos, generosos.
Mi padre (que hoy tendría 100 años), fue un hombre adelantado a su generación masculina: nos cuidó desde pequeños, cocino, fregó, nos sacó de paseo, hacía la compra si era necesario… Éramos muy pequeños (yo tendría 5 años) se cayó mi madre y se rompió un brazo. Mi padre hacía todo lo de la casa que no podía hacer mi madre (lo recuerdo fregando el suelo de madera de rodillas). El me enseñó los rudimentos para tejer con agujas, porque mi madre no me dejaba, por temor a que me pinchara con ella. Y él me enseñó también con la máquina de coser; mi madre tampoco me dejaba, para que no me pinchara y para que no la estropeara. (Una máquina de coser era un bien muy preciado en la época).
Siempre fue un padre cariñoso, muy afectivo, y que lo sabía demostrar y no se avergonzaba de ello. Nunca fue violento, no recuerdo riñas ni zurras de mi padre y no recuerdo discusiones con mi madre, ni voces, ni gritos, ni amenazas en casa. Fue comprensivo y tolerante. Un hombre sencillo y honrado, honesto, orgulloso de sí mismo, de sus hijos y mujer.
Yo lo recuerdo contento con su vida, dura y limitada a veces, con una economía muy justa, sin envidiar lo que no tenía ni podía tener y sin envidiar a nadie. No recuerdo oírlo criticar a nadie ni desearle mal a nadie, ni siquiera a los que lo trataron mal.
Fue un padre servicial, siempre dispuesto a ayudar y ayudarnos, también cuando fuimos mayores y tuvimos nuestros propios hijos. A mí me ayudó muchísimo a criar a mi hija, su nieta, cuando ella era pequeña y yo tenía malos turnos de trabajo. Fue el primero que la vio después de nacer por cesárea y el primero que le dio un beso. Siempre lo decía con orgullo. Estaba con él tan bien cuidada como conmigo.
Tuve un gran padre, fue un buen padre, un buen hombre, un sencillo gran hombre.
Si yo no creyera en Dios, sería muy fácil imaginarme el amor de dios padre, solo con pensar en el mío.
Y yo, que sobre todo escribo y cuento cuentos, quiero contarles a todos esos padres hoy, éste:
Hoy
vamos a inventar palabras antes de dormir,
porque el señor sueño no quiere venir.
¡Yo sé una que me acabo de inventar!
SUPERPAPURRUCHI
¿Y eso que es lo que es?
¡Mi Papa!
¡Eso es mi papá!
(Y mi abuelo también)
¡Es súper!
Juega conmigo,
me cuida, me mima,
me canta, y me enseña canciones,
y me lleva en bici,
( y a veces, me sube a sus hombros para ver mejor).
Me enseña a nadar,
me lleva en su barco,
me enseña a pescar,
me ayuda a vestirme,
me hace el bocadillo para merendar,
( y también la cena, a mí y a mamá)
y al cole me lleva o me va a buscar.
¡Y mil cosas más!
Es mi SUPERPAPI
Y también es el SUPERPAPI de mi mama
( Mi abuelo)
¡Ah! Se me olvidaba decir
que también me leen cuentos antes de dormir.
Testimonio de Soledad, voluntaria del Teléfono de la Esperanza en Asturias
Papá
Ayer mientras escuchaba las noticias en la radio el locutor dijo: “Hoy, 20 de febrero…” e inmediatamente me dio un vuelco al corazón. Me sentí contrariada y triste, por primera vez se me había olvidado la fecha del fallecimiento de mi padre… Entonces, comencé a recordar como cada mañana mi padre se iba a trabajar mientras mi madre me preparaba para ir al colegio y ella se quedaba con sus tareas.
Aún hoy cuando cierro los ojos puedo verlo en mil y un momentos de mi vida y conforme pasan los años, el recuerdo se hace más presente. Le gustaba disfrutar de la vida, estaba en todas las celebraciones y, como a mí, le encantaba bailar... En momentos difíciles ejercía de padre protector, si bien con notable severidad. Pasados los años he llegado a la conclusión de que su forma de educarme era un reflejo de la época que le tocó vivir.
Cuando llegamos a la edad adulta y en el caso de que decidamos ser padres empezamos a vivir esas mismas experiencias y es entonces cuando nos identificamos con esos momentos de infancia y juventud que ahora viven esos hijos, pero que un día vivimos nosotros.
Esta es mi historia. Otras personas tendrán otra. Te invito a que, si te apetece, cierres los ojos y recuerdes a tu padre y reflexiones sobre los momentos vividos a su lado.
Testimonio de Rosario Sánchez, voluntaria del Teléfono de la Esperanza en Asturias.