Dime, ¿cómo es posible que en una gota de agua en mí, el mar de Dios plenamente se derrame? (A. Silesius)
Último mes con “r” -el octavo- que da paso a los cuatro sin “r”, los más apropiados para tomar el sol, desaconsejado en los anteriores si uno se atiene al refrán en macarrónico latín: “In mensibus erratis ad solem ne sedeatis”. Con palabras de Sánchez Rosillo saludo a abril y a quienes me lean.
Aprovecho sus versos para mirar más allá de lo inmediato. Contemplar para poseer o quizá más bien para dejarse alcanzar, atraer, seducir. Camino para ser no por vía del dominio sino de la pertenencia, como el río que, al hacerse a la mar, se hace mar. ¿Dónde el río, dónde la mar? Itinerario que transita de “la ética o el deber” a la de “la estética o el contemplar” para desembocar en “la erótica o el dejarse enamorar”, sustituyendo el compromiso de la ética por el develamiento gozoso de la erótica.
Abril
No se puede hacer nada.
Algunos, aunque miren, nunca ven
que abril no es solo abril,
sino algo más, inmenso, incalculable.
Es muy fácil de ver, pero hay que verlo.
¿Cómo no se dan cuenta?
¿Dónde tienen los ojos?
Están ciegos del todo. No hay remedio.
Mirar
Mirar es poseer:
todo es tuyo si miras,
aunque el ciego te vea
con las manos vacías.
Me gusta abril por lo que trae de cierre y novedad. Nada se pierde.
Fernando Albuerne, voluntario del Teléfono de la Esperanza en Asturias.