Cumplir muchos años y seguir manteniendo una vida autónoma y activa será el resultado de algunos factores que se nos escapan, como donde hemos nacido o “la salud que nos haya tocado”, y de otros que si son cosa nuestra, como por ejemplo mantener un nivel adecuado de actividad y no accidentarnos. Con respecto a esto último no se trata de limitarse o vivir con miedo. Pero si conviene prestar atención a como vamos cambiando y adaptar nuestras actividades a estos cambios, que al ser paulatinos pueden pasar desapercibidos.
Con los años el metabolismo se hace más lento y el sistema circulatorio se resiente, de ahí que seamos más sensibles a los cambios de temperatura y necesitemos abrigarnos más, protegernos del calor y procurar comer y beber bien. Medidas tan sencillas como:
- Salir con unos guantes y un gorro en el bolso por si refresca.
- Protegernos con gorras o un paraguas cuando hace sol o llevar con nosotros un zumo o una pieza de fruta “por si acaso” pueden evitarnos algún susto.
No sobra que vigilemos nuestros sentidos, especialmente la vista y el oido, para ver si podemos fiarnos de ellos como antes. Revisar la graduación de las gafas periódicamente y
mantenerlas limpias no cuesta tanto, pero a veces se nos olvida.
También es importante recordar si cruzar la calle “de oido” no es seguro para nadie, la cosa se agrava si no oigo muy bien y “ya no estoy para echar carreras”. Y es que sabemos de sobra que es una temeridad no usar los pasos de cebra o no hacer caso a los semáforos, y aún así a veces salimos a la carretera como cuando éramos más jóvenes y casi no había tráfico, sólo por no esperar un par de minutos o caminar un poco más ... ¿tenemos tanta prisa? Si una de las cosas maravillosas que nos da cumplir años es tiempo para vivir con calma. Esta calma es la mejor medida para prevenir accidentes, que me llama la atención algo, me paro y lo miro, en vez de caminar sin fijarme en donde piso... que se me escapa el bus, pues espero al siguiente en vez de arriesgarme a resbalar o tropezar por correr a cogerlo... que me suena el móvil, paro para contestarlo.
Aún así podemos tener algún susto, por eso es bueno un móvil con el que contactar con los servicios de emergenia (112) y en el que tengamos grabado el nombre y el número de la persona a la que queremos que se avise precedido de las letras “Aa”,nombre y número que podríamos llevar, si no, en una tarjeta en el bolsillo, en la que también podemos indicar problemas de salud o tratamientos que consideremos importantes.
Silvia Menéndez Duarte, psicóloga y bombera. Voluntaria del Teléfono de la Esperanza en Asturias.